lunes, 26 de mayo de 2008

Fin del período

Fue Rojas Paúl, nos lo hace ver Otálvora diáfanamente, organizador de la hacienda pública, uno de los llamados “liberales de Antonio” por su cercanía del general Antonio Guzmán Blanco, de quien fue ministro, hombre que comprendió que para 1888 la hora final del guzmancismo había llegado, era momento de concluir con un gobierno personalista sólo en ciertos aspectos cercano a la dictadura, en otros situado muy lejos de ella.Por ello el guzmancismo es una de nuestras grandes ocasiones político sociales.Rojas Paúl supo, muy astutamente, conducir las fuerzas políticas hasta los hechos del 26 de octubre de 1889, cuando cayeron las estatuas del Ilustre Americano, y se inició un nuevo tiempo político. Sin embargo fue tal la impronta dejada por Guzmán Blanco en el país que lo que inició, con Rojas Paúl como fundador, fue la etapa del “guzmancismo sin Guzmán”, que dijo Augusto Mijares y que examinó, muy hondamente, Tomás Polanco Alcántara en su biografía de Guzmán Blanco.Repasar hoy la vida y las acciones de Rojas Paúl nos lo permite el libro que comentamos, con él en las manos podemos repasar el significado de este hombre, de su tiempo y de su actividad; podemos comprender aquello a lo cual nos hemos referido y podemos penetrar también las acciones que dieron singularidad a su presidencia:construcción de las iglesias de La Pastora y San José, la fundación del Hospital Vargas con mil camas; la traída a Venezuela de las Hermanas de San José de Tarbes y la inauguración de su Colegio en la esquina de Carmelitas y el establecimiento de la Academia Nacional de la Historia.Insiste Otálvora, con mucha perspicacia, en cómo la bonanza económica acompañó a Rojas Paúl a lo largo de su presidencia, durante aquel breve período de dos años (1888-1890) que era el que indicaba la llamada Constitución “Suiza” entonces en vigencia, cosa que aquel magistrado, especialista como era en Finanzas Públicas, con larga trayectoria en ese campo al servicio del Estado venezolano, supo utilizar para hacer obras de interés público y para dejar las arcas llenas, el futuro seguro, al hombre que debió sucederle al término de su breve gobierno.

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